Hubo un gobernante que era muy avaro con su pueblo, tanto así que tenía una caja
llena de cosas y a la que nadie podía acercarse, los dioses odiaron esta actitud por parte de este gobernante y entonces es que le dieron a elegir entre mazorcas muy deliciosas bien amarillas y comestibles o unas piedras bien brillantes que podría guardar sin nada más que hacer con ellas, él eligió las piedras y las puso en su caja dejando que la mazorca se avejente sin nada que hacerle, el pueblo ese año tuvo mucho pobreza, tenían hambre y el gobernante solo tenía la caja con las piedras muy orgulloso de ella, así es que se unió el pueblo y lo sacaron a palazos a quien era su líder, entraron a su casa y se llevaron las mazorcas ya viejas, las plantaron y luego tuvieron un alimento fresco y una excelente cosecha.