La mujer del espejo

Santa Rosa era un pueblito muy pequeño y demasiado tranquilo que se escondía entre cerros áridos y hostiles.


Fue la vida amorosa llena de fracasos de Daniel la que le obligo a vivir en su pueblo natal después de casi treinta años era un escritor de 32 rubio, alto, delgado. Estaba viviendo en una habitación en la casa de sus abuelos una habitación pequeña pero cómoda con una cama doble en el centro un gran escritorio frente a la ventana, había un impresionante espejo del tamaño de un hombre, con bordes de madera tallada apoyado en la pared ese espejo lo tenía hipnotizado era como si lo hubiese visto en otro lugar.

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