Cuentan que un viajero desconsiderado con la buena hospitalidad de un hombre quería a la mujer del dueño
de la casa que tanto bien le estaba haciendo, él la pretendía y la miraba con ojos de quererla, por eso es que por la noche se escabulló ardientemente para buscarla en el lugar donde estuviera y sintió que algo le tocó las manos, por eso es que continuó tocando en la plena oscuridad y entonces sintió como lo mordió, sin embargo pensó que era parte del juego y continuó, lo siguiente fueron gritos bien fuertes que se escucharon porque en realidad estaba tocando a la Guajolota que estaba echada y por acercarse tanto se le cayó una hoz en las costillas.