Hubo 4 soles a lo largo de la historia, cada uno tuvo un final que terminó con todo lo que había sobre la tierra y dio lugar a que durante la actualidad estemos sobre el quinto sol,
Leyenda completa del quinto sol:
De acuerdo a la mitología mexica (azteca), actualmente nos encontramos en el Quinto Sol. Para ellos, la creación y la destrucción de la raza humana ya se habría dado otras cuatro veces: nosotros somos el quinto intento de los dioses, que se han ido turnando para ser el sol de cada era. Muy interesante es que consideren al tiempo algo cíclico, pues, según su sabiduría antigua, la historia está condenada a repetirse. Así como los anteriores hombres y soles tuvieron su final en medio de grandes catástrofes, el quinto sol también está destinado a acabarse.
Los primeros soles
Existen varias versiones sobre el orden de los soles. Una de las más extendidas es la del antropólogo Antonio de León y Gama, que guarda ciertas similitudes con la Biblia.
Se cuenta que el primer sol fue el Nahui-Océlotl (Cuatro Jaguar), el sol de tierra, habitado por hombres gigantes, torpes y hechos de barro. Después de 156 años fueron destruidos por los jaguares, la máscara zoomorfa del dios Tezcatlipoca, que era el sol.
El segundo sol fue Nahui-Ehécatl (Cuatro Viento), el sol de viento, regido por Quetzalcóatl o Ehecatl. Terminó después de 312 años a causa de un gran huracán que convirtió en monos a los hombres de maíz que quedaban.
El tercer sol fue Nahui-Quiahuitl (Cuatro Lluvia), el sol de lluvia de fuego, que era Tláloc. Los hombres, inmorales y perversos, fueron destruidos en una gran lluvia de fuego después de 312 años. Los sobrevivientes se transformaron en pájaros y guajolotes.
El cuarto sol fue Nahui-Atl (Cuatro Agua), el sol de agua, que fue la diosa Chalchiuhtlicue. Pasados 156 años todo acabó con un gran diluvio al que sólo sobrevivieron un hombre y una mujer. Los demás se convirtieron en peces.
El sol de Queatzalcóalt
Tras los fracasos anteriores, los dioses ya no querían seguir intentando construir a la humanidad. Fue Queatzalcóalt, la serpiente emplumada, quien insistió en hacerlo. Pero Mictlantecuhtli, a petición de los otros dioses, escondió los huesos que crearían a los humanos en lo más profundo de Mictlán (el lugar de los muertos). Así que Queatzalcóalt tuvo que ir en su busca.
Mictlantecuhtli accedió a entregarle los huesos si superaba su prueba: hacer sonar el caracol que le presentó y darle cuatro vueltas alrededor de su círculo interno, aunque no tenía ningún agujero por donde pudiera realizar esa tarea. Pese a ello, Queatzalcóalt llamó a los gusanos para hacer los agujeros y a las abejas para entrar y hacer sonar el caracol. Viendo esto, a Mictlantecuhtli no le quedó más remedio que entregarle los huesos, pero se arrepintió en breve, pues pertenecían a las generaciones pasadas y no debían salir de Mictlán.
Por ello le tendió una trampa a Queatzalcóalt, que cayó muerto en un hoyo. Pero él resucitó, recogió los huesos y volvió a la superficie, donde la doncella Quilaztli molió los huesos y él los cubrió con su propia sangre. Todos los dioses hicieron penitencia y así, nacieron los actuales humanos.
Sin embargo, este sol, el Nahui-Ollin (Cuatro Movimiento), desaparecerá algún día debido a un gran temblor de tierra o movimiento en el que surgirán los tzitzimime, demonios con apariencia de esqueleto que aniquilarán a todos los humanos.